Linea de Tiempo ( 1965 - 1979)

El proceso de la remodelación urbana

Las demandas del FUDA y del FUCA revelaron que la principal preocupación de los pobladores era mejorar el estado de sus viviendas y la calidad de vida. Necesitaban salir del estado precario en que se encontraban, y al haber sido reconocidos como distrito, era legítimo reclamar una mejora. Para ello, era imprescindible una remodelación de los asentamientos en los terrenos llanos. Esa sería la batalla política de los años setenta.

Durante este tiempo, el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada, presidido por el general Juan Velasco Alvarado (1968-1975), estableció dos programas que tenían relación para el nuevo proceso del reordenamiento urbano de la ciudad. El primero fue la Oficina Nacional de Pueblos Jóvenes (ONDEPJOV) y el segundo fue el Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social (SINAMOS) en 1971 con el objetivo de afianzar una relación estatal con las organizaciones populares y, en particular, con las barriadas de los distritos de Lima en pleno crecimiento. Primero llegarían a formarse los comités vecinales, llegándose a capacitar en convenciones realizadas por la ONDEPJOV. Se concretaron, posteriormente con la formación del SINAMOS, otras organizaciones vecinales mediante los Comités de Promoción y Desarrollo (COPRODES). Era la reorganización de las agrupaciones y tenían una naturaleza más democrática y estructurada para entablar un diálogo con el gobierno. Concretamente, los comités vecinales entrarían en tensión con SINAMOS por percibir una intromisión del gobierno militar en su agenda de reivindicaciones. Desde su perspectiva, se buscaba generar una base de apoyo a los militares dentro del distrito mediante el control de los consejos municipales y la formación de organizaciones vecinales asociadas al SINAMOS.

Frente a las demandas de las organizaciones barriales, a partir de 1970, SINAMOS estableció un programa de remodelación urbana para resolver el problema de la tugurización en las zonas llanas. El plan era ordenar y redistribuir el territorio para que los pobladores pudiesen contar con un lote que les asegurase una vida digna. Esto, además, se conectaba con el reto de construir una imagen de la ciudad mejor planificada y justa. Las organizaciones barriales agustinianas empezaron a movilizarse para reclamar el cumplimiento de este proyecto. El proceso de remodelación empezó con la I y VII zonas en paralelo. El plan era alcanzar a las siete zonas de El Agustino, pero esto no llegó a culminarse. Cada asociación barrial se organizó por su cuenta para la reubicación, por lo que los intereses barriales predominaban sobre los del distrito en conjunto, generando tensiones.

A partir de 1972, la remodelación pasó a realizarse en la II y VI zona de El Agustino. En estos casos, el Estado se vio confrontado por la demanda de las organizaciones vecinales a participar del proceso. Los Comités de Promoción y Desarrollo (COPRODE) y los comités vecinales jugaron un papel clave para presionar a SINAMOS de que la remodelación se hiciese de acuerdo a sus expectativas y necesidades. La protesta radicaba en que el Estado no garantizaba los terrenos solicitados por los vecinos para la reubicación de los excedentes de población, pues las urbanizadoras privadas tenían intereses en adquirirlos, A través de memoriales al presidente de la República, aparición en medios de prensa y una marcha al local de SINAMOS.

Para la reubicación de quienes quedaron excluidos en el proceso de reordenamiento urbano, se reclamó la expropiación de las zonas de Ancieta Alta y Baja, Vicentelo y Bravo Chico. Esto dio lugar a enfrentamientos entre las medidas gubernamentales y las asociaciones vecinales, lo que volvería más lento el proceso y se complicaría por la magnitud de conflictos acumulados entres los comités vecinales del distrito.

Para SINAMOS, por ejemplo, Ancieta Alta no estaba considerada dentro de sus planes de remodelación en el inicio, ya que no estaba dentro de las siete zonas del distrito. En esta situación, la Cooperativa de Vivienda de Ancieta Alta -fundada en 1972 y remanente de la Asociación de Pobladores de 1945- consigue comprarle el terreno a la Beneficencia Pública de Lima. Esto provocó enfrentamientos con las organizaciones vecinales, que se movilizaron para oponerse a esta compra y ocupación. La Cooperativa comenzó a desalojarlos sin previo aviso por lo que las organizaciones vecinales decidieron acudir a SINAMOS. El general encargado, el señor Gereda, contactó con la Beneficencia para dejar sin efecto la venta y propuso la creación de una asamblea de COPRODE en Ancieta. Sin embargo, los conflictos se mantendrían y el proceso se afectaría por casos de corrupción en las directivas de las organizaciones vecinales y de los agentes del Estado. El proceso de remodelación se extendería incluso hasta 1985.

El proceso de remodelación urbana, en medio de sus logros, limitaciones y contradicciones, fue una plataforma para la formación política de líderes en los barrios de El Agustino. Probablemente, este sea su principal aporte a la vida política del distrito. En un contexto de apogeo de los partidos de izquierda, muchos dirigentes se identificaron con sus ideas y estilos políticos, y desarrollaron capacidades para desenvolverse como actores públicos en la militancia partidaria y en la negociación con el Estado y los otros comités vecinales.

La remodelación urbana de El Agustino propició la formación de nuevos asentamientos para albergar a los excedentes de población de varias de las zonas remodeladas. En la foto, se ve a pobladores de la III zona ocupando la zona conocida como Parcela A, hoy denominada AA.HH. María Herrera de Acosta.

Movilización por la defensa del terreno de la Parcela A para los excedentes de población de la III zona de El Agustino

Pobladores de Ancieta Alta observan un plano de lotización.

Pobladores tumban pared en el marco de la demolición de viviendas como parte del proceso de remodelación.

Movilización del comité 1 de la III zona para pedir la expropiación de la parcela A

La remodelación permitió una expansión urbana, que llevó a la apertura de nuevas vías de comunicación. La foto ilustra un conflicto suscitado en la zona Menacho, debido a apertura de la Av. José Carlos Mariátegui.

La voz de los protagonistas

«El mayor logro que hemos tenido es la elaboración del plano de remodelación y el empadronamiento de toda la población, quedando por hacer la calificación. Dificultades también ha habido bastantes, porque muchos reclamaban que se les otorgasen lotes de 160 metros conforme a la ley 13517 y no dejaban medir el terreno”

Marcelo Yataco Peves (Pisco, 1927), dirigente vecinal de la II zona y teniente gobernador y regidor del municipio de El Agustino (1968-1971)

Fuente: Decheco, Elena (ed.). Hablan los dirigentes vecinales, SEA, 1995, p. 59.

La voz de los protagonistas

“Para eso, el SINAMOS había determinado áreas fuera de la zona pero dentro del mismo distrito para la reubicación de esas familias. Lo crítico era ver quienes se iban y quienes se quedaban”

Víctor Abregú Gomez (Huancavelica, 1952-), dirigente vecinal de VI zona y secretario general de la Federación de Pueblos Jóvenes de El Agustino (1979)

Fuente: Entrevista por Abraham Abad y Miguel Ángel Audante

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